Desde entonces nuestra complicidad y participación en la guerra no ha hecho más que crecer;
somos elsexto país exportador de armas del mundo, hemos enviado 137.000 efectivos militares a 50 países en cuatrocontinentes, todos los ministerios, excepto dos, contribuyen al gasto militar, camuflando los presupuestos militares; tenemos una deuda de más de 30.000 millones de euros por la compra de armamento; la base de Rota forma parte del escudo antimisiles, la base de Morón es sede de las Fuerzas de Acción Rápida (Puntade Lanza) de la OTAN; en la base de Torrejón se construye un super bunker para alojar un Centro deOperaciones Aéreas Coordinadas de la OTAN….
Continúa los sacrificios de nuestra población, se repite constantemente que los recortes son necesarios, pero el militarismo en todos sus aspectos no para de crecer. Ante tanta evidencia la inmensa mayoría de las organizaciones políticas y sociales guardan silencio. Ahora, en período electoral cuando todos exhiben sus programas y propuestas y todo se llena de buenas intenciones, la guerra y nuestra participación en ella sesilencian. Tan preocupados por los presupuestos y nadie denuncia los gastos militares; tan preocupados por la seguridad y nadie denuncia la militarización del país y nuestra participación en la guerra; tan preocupados y tan “solidarios” con la emigración y no se denuncia que las guerras en las que participamos son el principal causante.
Aceptar este silencio es asumir unpapel cómplice y aceptar el recorte democrático que nos dice de qué nopodemos hablar.